viernes, 8 de noviembre de 2013

Lo que pasa cuando pasan las cosas que nunca pasan


En economía hay fenómenos que “nunca” ocurren ni se espera que ocurran. Pero la verdad es que cuando ocurren provocan perturbaciones poco deseables. Por ejemplo:

- La tierra NUNCA dejaría de ser el motor de la economía.

Se decía que entre el desarrollo industrial y el agrario era preferible el segundo porque todo el mundo necesita comer y no todo el mundo necesita un secador de pelo. España se dio cuenta de su error casi medio siglo después que sus competidores europeos, en los años 60, y todavía estamos pagando las consecuencias.

- Los pisos NUNCA bajarían de precio.

El crecimiento económico, el crecimiento de la población residente, la bajada de los tipos de interés y el interés de la banca provocaron que muchos individuos pensaran que el precio de la vivienda podría subir casi indefinidamente y que, en el peor de los casos, cuando llegara a un máximo, ahí se quedaría, pero que nunca bajaría. La explosión de la burbuja inmobiliaria, en 2007, todavía no sabemos las consecuencias que traerá.

- La deuda pública no hay que devolverla NUNCA.

A todos nos preocupa el volumen que la deuda pública alcanza en los países occidentales. En el caso de España se aproxima al 100% del PIB (1 billón de euros). Sin embargo no somos conscientes de que haya que devolverla nunca, creemos que se podrá renovar indefinidamente. Ni nosotros ni nuestros padres lo hicieron nunca. Pero es posible que llegue el día en que nuestros hijos tengan que devolverla y entonces ¿qué ocurrirá? ¿Qué impacto podría tener en la economía la reducción de 1 billón de euros de actividad para hacer frente a la deuda?