viernes, 14 de marzo de 2014

La avaricia rompe el saco

Tras la muerte del dictador Franco, en España se vivía un ambiente social confuso y convulso. Por un lado se hacía necesaria una regeneración democrática pero, por otro, se temía una vuelta al frentismo que tantos extremismos provocó durante la II república.

En 1976, las dos españas no debían volver a resucitar y esto podía suceder si no se controlaban los acontecimientos durante la transición. Una de las ideas más geniales de los Pactos de la Moncloa  fue aprovechar la existencia de varios grupos políticos regionalistas para cambiar el foco de los problemas. Los partidos regionalistas, dado que la ideología política no es su prioridad, deberían servir de bisagra para que formaciones de derecha o izquierda pudieran gobernar con estabilidad.

Los partidos regionalistas podían no tener fuerza suficiente como para disponer de capacidad de influencia por lo que la Constitución y la ley electoral, entre otras, les otorga una protección singular. Posteriormente, y debido a su apoyo a la gobernabilidad del estado, dichos partidos han ido recibiendo recompensas en forma de financiación, competencias y apoyo político y mediático a su singularidad.

Lamentablemente el modelo parece agotarse. Cada vez es más difícil contentar a estas formaciones sin dañar la estructura general del Estado. Ya sea debido a que las exigencias tienen un crecimiento temporal exponencial o porque el mapa competencial está exprimido,  el estado central no parece poder satisfacer ya las exigencias de los regionalistas.

Los regionalistas catalanes han respondido a la paralización del proceso con una amenaza de secesión que probablemente no tenga más recorrido que el político y mediático, pero que es el mejor indicador de que el modelo se ha agotado. La alternativa ahora es doble: a) dejar el edificio autonomista como está o b) desmontar progresivamente el edificio autonomista. Porque los acontecimientos muestran que una tercera alternativa de profundizar en la autonomía ya no es viable.

Unos políticos regionalistas inteligentes sabrían que lo que más le conviene ahora sería apoyar la Constitución y mantener sus privilegios. Unos políticos centrales inteligentes sabrían que España ya ha superado sus extremismos y puede vivir libre de chantajistas. Pero no se puede poner en la misma frase “políticos” e “inteligentes” ni se puede suponer que, aunque los políticos sean inteligentes, ponen su inteligencia al servicio del bien común, así que ¡ya veremos lo que pasa!.

Es España dejamos que emigren los mejores trabajadores y nos quedamos con los peores.

Durante muchos años, organizadas por la Universidad de Granada, he impartido charlas a los alumnos de 2º de Bachillerato en las que se les informa de los procedimientos y pruebas de acceso a la Universidad, así como de la estructura y diversidad de los grados que se ofertan en nuestra Universidad. Ayer tuve una de ellas pero, al terminar, no tuve el valor de decirles a los alumnos lo que en realidad estaba pensando y he pensado en desahogarme escribiéndolo aquí.

En los momentos que vivimos es imprescindible disponer de unos estudios o una cualificación profesional. No disponer de ellos es arriesgarse a vivir en competencia directa con trabajadores manuales de otros países (estén localizados en la UE o fuera de ella) que están dispuesto a trabajar por el coste de la supervivencia. Ojo no estoy diciendo que dicha competencia deba de limitarse (mi opinión personal es justamente la contraria) o que esta sea siempre injusta o desleal, me refiero al hecho positivo de que la liberalización de los mercados de personas, capitales y mercancías obligan a ser competitivo a nivel internacional. Y la competencia internacional de los trabajadores no cualificados (independientemente de donde residan o donde trabajen) no está provocando la mejora sustancial de sus condiciones de vida sino que, por lo menos a corto plazo, sucede todo lo contrario.

Pero, en el caso concreto español, que sufrimos una crisis económica muy dura, la sociedad parece estar más preocupada por sistemas sociales garantistas que por la estabilidad económica y el crecimiento. Entonces las políticas y recursos se dirigen a mantener subsidios, transferencias y servicios públicos que garanticen las rentas a parados, pensionistas y funcionarios pero no hay políticas de creación de empleo, de apoyo al emprendimiento o de promoción del crecimiento económico.

En este ambiente un/a joven español/a no le queda otra salida que estudiar, porque, de lo contrario no tendrá ni empleo ni cobertura social y después emigrar porque aquí no tendrá ninguna oportunidad en muchos años. Y ¿qué estamos consiguiendo? Pues perder gran parte de la materia gris más válida de país y quedarnos con la parte más improductiva.

¿Retornarán los jóvenes que ahora salen? Pues es posible que sí, que cuando volvamos a tener crecimiento algunos vuelvan, pero seguro que no vuelven todos e incluso me atrevo a afirmar que vuelven, en promedio, los peores de los que se marchen porque los mejores ya estarán bien afianzados en empresas o servicios e igual no les interesa empezar de cero.

Qué país más estúpido el nuestro en el que siempre hay rentistas que no valoran lo realmente importante: las personas. Y que no les importa incluso arriesgarse a “suicidarse” con tal de mantener sus privilegios. Los privilegiados en España (que no siempre son los mismos) miran con desprecio una sangría constante de capacidades e incluso, en ocasiones, masiva. Sucedió en 1492 con la expulsión de los judíos, en 1610 con la expulsión de los moriscos, en 1890 con la emigración americana en 1960 con la emigración a Europa y ahora vuelve a repetirse y dejaremos que se vayan nuestros jóvenes. Pero es que ahora dejaremos que se vayan los mejores, los más cualificados y mejor preparados y nos quedamos los peores.

¿Ucrania bien vale una Crimea?


Quien algo quiere algo le cuesta. Un mercado como el Ucraniano, tan apetitoso para algunos (fundamentalmente alemanes) puede tener un precio.

Hace poco vi un documental en que dos monos se encontraron con una carroña semipútrida de una cabra. Los dos empezaron a chillar haciendo como mostrando que era suya y corrían de un lado para otro persiguiéndose sucesivamente y lanzándose palos y piedras. Tras un forcejeo de unos minutos uno de ellos arrancó una pata de la cabra y salió corriendo. El otro lo perseguía para quedarse también con la pata chillándole aún más fuerte si cabe porque se veía vencedor de la mayor parte. Le persiguió un momento y después le dejó marchar con la pata y se quedó con el resto de la cabra.

El comportamiento de los monos es el mismo de la comunidad internacional, chillarle mucho a Rusia por quedarse con un trozo de Ucrania. Chillarle con la Ley en la mano y amenazar con sanciones internacionales y jurar venganza eterna pero, en el fondo desando que sea sólo Crimea lo que se queda y que no piense que puede obtener nada más.