viernes, 14 de marzo de 2014

Es España dejamos que emigren los mejores trabajadores y nos quedamos con los peores.

Durante muchos años, organizadas por la Universidad de Granada, he impartido charlas a los alumnos de 2º de Bachillerato en las que se les informa de los procedimientos y pruebas de acceso a la Universidad, así como de la estructura y diversidad de los grados que se ofertan en nuestra Universidad. Ayer tuve una de ellas pero, al terminar, no tuve el valor de decirles a los alumnos lo que en realidad estaba pensando y he pensado en desahogarme escribiéndolo aquí.

En los momentos que vivimos es imprescindible disponer de unos estudios o una cualificación profesional. No disponer de ellos es arriesgarse a vivir en competencia directa con trabajadores manuales de otros países (estén localizados en la UE o fuera de ella) que están dispuesto a trabajar por el coste de la supervivencia. Ojo no estoy diciendo que dicha competencia deba de limitarse (mi opinión personal es justamente la contraria) o que esta sea siempre injusta o desleal, me refiero al hecho positivo de que la liberalización de los mercados de personas, capitales y mercancías obligan a ser competitivo a nivel internacional. Y la competencia internacional de los trabajadores no cualificados (independientemente de donde residan o donde trabajen) no está provocando la mejora sustancial de sus condiciones de vida sino que, por lo menos a corto plazo, sucede todo lo contrario.

Pero, en el caso concreto español, que sufrimos una crisis económica muy dura, la sociedad parece estar más preocupada por sistemas sociales garantistas que por la estabilidad económica y el crecimiento. Entonces las políticas y recursos se dirigen a mantener subsidios, transferencias y servicios públicos que garanticen las rentas a parados, pensionistas y funcionarios pero no hay políticas de creación de empleo, de apoyo al emprendimiento o de promoción del crecimiento económico.

En este ambiente un/a joven español/a no le queda otra salida que estudiar, porque, de lo contrario no tendrá ni empleo ni cobertura social y después emigrar porque aquí no tendrá ninguna oportunidad en muchos años. Y ¿qué estamos consiguiendo? Pues perder gran parte de la materia gris más válida de país y quedarnos con la parte más improductiva.

¿Retornarán los jóvenes que ahora salen? Pues es posible que sí, que cuando volvamos a tener crecimiento algunos vuelvan, pero seguro que no vuelven todos e incluso me atrevo a afirmar que vuelven, en promedio, los peores de los que se marchen porque los mejores ya estarán bien afianzados en empresas o servicios e igual no les interesa empezar de cero.

Qué país más estúpido el nuestro en el que siempre hay rentistas que no valoran lo realmente importante: las personas. Y que no les importa incluso arriesgarse a “suicidarse” con tal de mantener sus privilegios. Los privilegiados en España (que no siempre son los mismos) miran con desprecio una sangría constante de capacidades e incluso, en ocasiones, masiva. Sucedió en 1492 con la expulsión de los judíos, en 1610 con la expulsión de los moriscos, en 1890 con la emigración americana en 1960 con la emigración a Europa y ahora vuelve a repetirse y dejaremos que se vayan nuestros jóvenes. Pero es que ahora dejaremos que se vayan los mejores, los más cualificados y mejor preparados y nos quedamos los peores.

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