Un empresario instala un sistema público de garantía de
calidad en su negocio. Detecta que un 5% de su producción es defectuosa y la
retira del mercado. Otro empresario del mismo sector tiene un 10% de producción
defectuosa pero no tiene sistema de calidad y toda la producción va al mercado.
¿Qué empresa trata mejor a sus clientes? Evidentemente la
primera porque garantiza la calidad en el mercado, pero ¿qué empresa triunfará
en el mercado? pues eso depende de la política de información porque es posible
que la primera empresa pierda más ventas porque muchos usuarios creerán que
tiene más productos defectuosos que la segunda (además de si el sistema de
calidad incrementa demasiado el precio).
Un hombre tiene una enfermedad contagiosa y, para que sus
amigos tomen las debidas precauciones, lo comenta entre sus conocidos y otro
hombre tiene la misma enfermedad pero no lo dice a nadie. ¿Quién tendrá más
amigos? Debería ser el primero porque es más sincero, pero es posible que cause
temor y sus amigos se retraigan. Es posible que sea el segundo.
Pues eso pasa con muchas cosas. También con lo que estamos
viviendo en política. Yo me alegro que se estén produciendo y que conozcamos, casos
de corrupción (como los ERE, la gurtel, el caso de Urdangarin, el Palau…)
porque la corrupción existe y si existe debe ser juzgada. Peor sería que
existiendo no se permitiera o se dificultara el trabajo de jueces como Ayala,
Ruz, Pijuan o Castro. Me alegro de vivir en un sistema democrático en que se
juzga a los políticos corruptos.
Además no creo que la solución pase por torpedear el sistema
democrático ni por pedir la disolución de los grandes partidos sino por vivir
el proceso con indignación, pero con
serenidad y sabiendo que si se están produciendo estos procesos es un síntoma
de que las cosas están funcionando “relativamente” bien.