miércoles, 10 de julio de 2013

La corrupción, la política y la libertad


Un empresario instala un sistema público de garantía de calidad en su negocio. Detecta que un 5% de su producción es defectuosa y la retira del mercado. Otro empresario del mismo sector tiene un 10% de producción defectuosa pero no tiene sistema de calidad y toda la producción va al mercado.

¿Qué empresa trata mejor a sus clientes? Evidentemente la primera porque garantiza la calidad en el mercado, pero ¿qué empresa triunfará en el mercado? pues eso depende de la política de información porque es posible que la primera empresa pierda más ventas porque muchos usuarios creerán que tiene más productos defectuosos que la segunda (además de si el sistema de calidad incrementa demasiado el precio).

Un hombre tiene una enfermedad contagiosa y, para que sus amigos tomen las debidas precauciones, lo comenta entre sus conocidos y otro hombre tiene la misma enfermedad pero no lo dice a nadie. ¿Quién tendrá más amigos? Debería ser el primero porque es más sincero, pero es posible que cause temor y sus amigos se retraigan. Es posible que sea el segundo.
 
Pues eso pasa con muchas cosas. También con lo que estamos viviendo en política. Yo me alegro que se estén produciendo y que conozcamos, casos de corrupción (como los ERE, la gurtel, el caso de Urdangarin, el Palau…) porque la corrupción existe y si existe debe ser juzgada. Peor sería que existiendo no se permitiera o se dificultara el trabajo de jueces como Ayala, Ruz, Pijuan o Castro. Me alegro de vivir en un sistema democrático en que se juzga a los políticos corruptos.

Además no creo que la solución pase por torpedear el sistema democrático ni por pedir la disolución de los grandes partidos sino por vivir el proceso  con indignación, pero con serenidad y sabiendo que si se están produciendo estos procesos es un síntoma de que las cosas están funcionando “relativamente” bien.

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