1/10/2012
Mi derecho a decidir
Estoy profundamente ilusionado con el proceso secesionista
de Cataluña y País Vasco, y me mantengo a la expectativa observando la
evolución e intentando prever el resultado.
A veces me da la impresión de que algunos residentes en
estos territorios pueden conseguir su propósito de secesión y entonces yo
también podré iniciar el mio propio.
Me propongo pedir la independencia de mi familia de España
basado en motivos genéticos e históricos evidentes. Mi estatura es
significativamente más alta que la del resto de españoles e incluso, a veces,
en casa utilizamos un lenguaje exclusivo con vocablos que sólo entendemos
nosotros.
La secesión se llevaría a cabo mediante la aplicación del
derecho a decidir personal que se plasmaría en una votación mía en la que
votaré en conciencia, con la prudencia y comedimiento que me caracteriza,
asumiendo la responsabilidad sobre mi futuro y mi probable encaje en la Unión
Europea.
No entiendo que la apertura de esta vía pueda causar desazón
u oposición del resto de España pero si así fuese, cosa que condenamos como
intolerable, oportunista y totalitario, quiero comunicar de antemano, como
muestra de mi buena fe y colaboración, que la distorsión sería mínima, es decir
pretendo seguir trabajando en mi trabajo, utilizando los servicios públicos y
comprando los mismos productos que hasta ahora, La única diferencia,
inapreciable por otra parte, es que dejaría de pagar los impuestos que pago o
los reduciría hasta la aportación que, en un acuerdo entre iguales, llegara con
el Estado español. Bien entendido que, en caso de falta de acuerdo tampoco
pasaría nada salvo que la aportación quedaría pendiente para próximas
negociaciones.
Lo que también exijo al resto de los españoles es que
renuncien a seguir el mismo camino porque no se les cumplen las condiciones
para ello. Es evidente que resultaría terriblemente molesto e irracional que
todos pretendiésemos ser iguales.
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