lunes, 14 de enero de 2013


1/10/2012


Mi derecho a decidir


 

Estoy profundamente ilusionado con el proceso secesionista de Cataluña y País Vasco, y me mantengo a la expectativa observando la evolución e intentando prever el resultado.

A veces me da la impresión de que algunos residentes en estos territorios pueden conseguir su propósito de secesión y entonces yo también podré iniciar el mio propio.

Me propongo pedir la independencia de mi familia de España basado en motivos genéticos e históricos evidentes. Mi estatura es significativamente más alta que la del resto de españoles e incluso, a veces, en casa utilizamos un lenguaje exclusivo con vocablos que sólo entendemos nosotros.

La secesión se llevaría a cabo mediante la aplicación del derecho a decidir personal que se plasmaría en una votación mía en la que votaré en conciencia, con la prudencia y comedimiento que me caracteriza, asumiendo la responsabilidad sobre mi futuro y mi probable encaje en la Unión Europea.

No entiendo que la apertura de esta vía pueda causar desazón u oposición del resto de España pero si así fuese, cosa que condenamos como intolerable, oportunista y totalitario, quiero comunicar de antemano, como muestra de mi buena fe y colaboración, que la distorsión sería mínima, es decir pretendo seguir trabajando en mi trabajo, utilizando los servicios públicos y comprando los mismos productos que hasta ahora, La única diferencia, inapreciable por otra parte, es que dejaría de pagar los impuestos que pago o los reduciría hasta la aportación que, en un acuerdo entre iguales, llegara con el Estado español. Bien entendido que, en caso de falta de acuerdo tampoco pasaría nada salvo que la aportación quedaría pendiente para próximas negociaciones.

Lo que también exijo al resto de los españoles es que renuncien a seguir el mismo camino porque no se les cumplen las condiciones para ello. Es evidente que resultaría terriblemente molesto e irracional que todos pretendiésemos ser iguales.

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