martes, 19 de febrero de 2013

Por favor, no me toqueis los muertos


Primero se suicidó una política vasca, luego otra señora, después dos ancianos. Y, en algunos medios, cada uno de ellos aparece como un mártir de la causa contra los desahucios y la dación en pago. También se citan como causa o motor de que se aprueben algunas medidas políticas paliativas. La muerte aparece como el último remedio, como un acto entre la desesperación y el heroísmo en el que parece que el individuo puede dar utilidad a su propio sacrificio en favor de los intereses de grupo.

Hace unos días otra mujer amenazaba con suicidarse si la justicia o la administración no compensaba un daño familiar irreparable. Periódicamente aparece un suicida como paladín de la eutanasia.

Hay algo que huele mal en la elevación a los altares mediáticos de personas desesperadas. Para lo único que sirve es para que cualquier imbécil se pueda creer un héroe si se sacrifica, e incluso pueda sentirse incitado a ello, Pero el daño que puedan provocar no lo asumirá nunca nadie.

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