domingo, 24 de febrero de 2013

VIVA EL REY


Tenemos un Rey  que es el mejor Rey de la Historia de España. El que más paz, libertad, autonomía, desarrollo (también económico), integración, equidad y justicia ha conseguido que disfrutemos en España.

Tenemos un Rey que ha conseguido eso prácticamente partiendo de CERO (o incluso desde un punto de partida negativo).

Tenemos un Rey que dirige la Casa Real más barata de la historia de España y, en términos relativos, la más barata del mundo.

Me parece que criticar a este Rey por nimiedades como un elefante o denuncias de un más que probable delincuente y chantajista es, cuando menos, ingrato, injusto y desleal. Y también me parece que mientras el Rey lo decida se ha ganado, por oposición, su derecho a ser Rey e incluso, dada su edad, su derecho a relajarse un poco.
 
Pero, cuando este Rey nos deje, y antes que plantear aventuras antimonárquicas deberíamos plantearnos, entre otros:

a) Que el Monarca es el auténtico Defensor del Pueblo, contra los intereses de la Administración y los Políticos, por cuanto está exento de intereses partidistas, de intereses de empresa y es indefinido en su puesto de trabajo. En la situación actual en que no existen contrapoderes (ejecutivo, legislativo y judicial convergen, en la práctica, a sólo uno), la Monarquía puede ser el único contrapoder que corrija los abusos de los políticos. En este sentido la Monarquía podría ser, en un futuro una institución imprescindible para la democracia y la Casa real debería contar con mayor presupuesto para poder atender las peticiones de los ciudadanos.

b) Que la existencia de la Monarquía puede corregir bastantes de los fallos de la democracia (que, a pesar de que todos la prefiramos, los fallos los tiene) como por ejemplo: los asociados al ciclo económico político (que los políticos gasten de más en los años electorales) y que la monarquía corrige debido a la obligación de explicarle las cuentas y sancionar las Leyes; los problemas de intransitividad en el voto (que dos elecciones simultáneas pueden representan alternativas incompatibles por ej: menos impuestos y más gasto público) que la monarquía corrige por cuanto es un solo individuo sin intereses partidistas; la radicalización de las políticas (La teoría del votante mediano sólo se cumple cuando sólo existen dos alternativas. Si se desea un sistema político plural se corre el riesgo de radicalización) que la monarquía corrige encargando la formación del gobierno, de los partidos más votados, al más centrado.

c) Que la Monarquía representa la memoria institucional a nivel de Estado. En un Estado en que los políticos son poco respetados y muy volátiles (como el caso español) se pierde dicha memoria y se pierden alianzas estratégicas.

d) Que el Monarca representa la continuidad y la garantía del cumplimiento de los compromisos internacionales. Sin la monarquía la credibilidad de un país como España sería similar al de Argentina o Grecia.

e) Que la presencia de la Monarquía, hasta la fecha, tiene un efecto balsámico en la población con mayor respeto institucional (que podemos asociar a individuos del arco político de centro y de centro-derecha) y en instituciones que garantizan la estabilidad del Estado como el Ejercito, las fuerzas de Seguridad y la Justicia, que interpretan la vigilancia y aquiescencia del Rey como una garantía de continuidad y racionalidad en las políticas y en los derechos y obligaciones de la población. La ausencia del Rey implicaría la emergencia de un conflicto social grave en la que participarían actores sociales e institucionales más radicalizados que ahora aparentan tranquilidad.

La Monarquía es un activo y un capital institucional histórico y de futuro que, sólo los ignorantes, pueden despreciar. Se puede plantear la reducción de sus competencias (hasta meramente institucionales o representativas) o su incremento (como institución vigilante que defienda al pueblo de los abusos del monolítico poder político), pero plantear su desaparición es como plantear la propia automutilación y dejarse caer en manos de radicales y demagogos.

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